domingo, 9 de agosto de 2015

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A propósito del texto poético de más abajo:

Estas líneas de una potencia tal, me sumergen en esa frase que habla del “derecho del niño a adoptar una tribu distinta”, adoptiva, me conducen al deseo de construir y abrir espacios de escucha al niño/a, de esas que lo hagan volver a sí mismo, horadar la desconfianza y volver a confiar, en sus tribus, en sus lazos biológicos o no, en aquellos que él escoja, su vida le pertenece y lo llama, mi deseo que se encuentre en ella y con ella, más temprano que tarde.

Concepto tribu, que abre, que amplía, diversifica y sensibiliza. Concepto que singulariza y que nos aleja del lugar de pensar tan sólo un modelo,  y nos acerca a construir aquello que nos lleva a crear y expresar,  aquello que nos hace devenir en nuestros sueños, esos de vida, que nos hacen navegar en las aguas de la dignidad y del auto respeto…uno de mis sueños para cada niño y niña, para cada uno de nosotros… Sandra Torrico Eyzaguirre, Trabajadora Social del Programa de Adopción de Fundación Mi Casa y Pasante del Centro de Estudios e Investigación Medicina y Arte.

 Adopción
El niño tiene el derecho de adoptar una tribu distinta.


"Vuelvo de mis tribus, soy hasta este dia el hijo adoptivo de quince tribus, ni una menos.

Y son mis tribus adoptadas porque amo a cada una mas y mejor que si hubiese nacido en ellas.

El niño tiene el derecho de adoptar una tribu distinta.

Hay muchos niños desertores y no se sienten en absoluto exilados.

Pero ¿y sus verdaderos padres?

¿Qué entienden por verdaderos padres?

Los verdaderos progenitores, los padres, son ante todo aquellos que el niño reconoce como tales, biológicos o adoptados, es decir las tribus.

Se es hijo de una población, y no de un padre y una madre.

Así piensa un esquizo".

Derrames. cap Derrames entre el capitalismo y la esquizofrenia 195


Aporte de Stella Maris Ángel Villegas, Directora Centro de Estudios e Investigación Medicina y Arte.

22 de julio de 2015

Comenzando una mesa de trabajo convocada por el Sename, la unidad de adopción nacional, para revisar criterios para considerar la idoneidad de os postulantes a la adopción. Surge la inquietud de reforzar y poner acento en los procesos de acompañamiento a los padres y sus hijos/as. Interesante este acento, puede articularse un bello trabajo. profesionales de distintas disciplinas convocados e interesados en este trabajo, que continuará un par de meses!

Continuando el trabajo en la mesa técnica....

Punto de vista, una breve reflexión: algunas cuestiones que considero relevante mencionar en relación con las terminologías que utilizamos, que pueden ser leídas como etiquetas, por ejemplo: “niños con trastornos socioemocionales”. En este sentido, me parece importante despejar de nuestro lenguaje, así como de la manera como miramos la realidad de los niños que son entregados en adopción, ciertas etiquetas que conllevan una carga emocional adicional (e innecesario por cierto) y un matiz discriminatorio, considerando todas las dificultades que ya se encuentran en sus pocos meses o años de vida. Me parece necesario hablar de “niños entregados en adopción o en condiciones de ser adoptados, como una manera más realista y cuidadosa hacia ellos”. No implica desconocer las problemáticas con las que nos encontramos con una frecuencia que no quisiéramos, sino más bien de realizar un giro, de comenzar a ver los recursos y potencialidades en nuestros niños, de alivianar el peso de sus vidas, de sacar etiquetas inútiles o entorpecedoras y de comenzar a visualizar desde ya, los caminos, los modos posibles de construcción de una nueva vida, de una mejor vida, de “una vida desde la diferencia”, si seguimos lo planteado por Deleuze.
Por ello, es que no me resuena la terminología “reparatoria”, otro término que utilizamos normalmente quienes trabajamos con estas realidades. Esta palabra me sugiere, recomponer, con miras al pasado, circunscribiendo la realidad del niño a dolorosos aspectos de su vida. Me resulta complejo imaginar que la vida de ellos ha sido sólo experiencias tremendamente difíciles; imagino y he podido encontrar en mi práctica profesional, que la vida de los niños entregados en adopción también se ha construido con momentos, experiencias, personas y afecciones positivas, las que quedan a veces relegadas a una sombra, a un segundo plano, pues nos abisman y nos abruman (y no sé si sea posible que ello no nos ocurra también) las dolorosas experiencias por las que han atravesado.
Entonces, me surge la inquietud de cómo orientar nuestra praxis, nuestra reflexión hacia las múltiples posibilidades de co-construcción de un nuevo futuro de aquellos niños que pasan por la experiencia de ser entregados en adopción; en esta línea, una línea de fuga para Guattari, ¿qué facilitaría el proceso de descubrir en los postulantes a la adopción, aquellas capacidades, potencialidades, deseos, de construir su ser padres de un niño/a en adopción?, ¿cómo podemos incidir en nuestra sociedad para avanzar en la aceptación de la diferencia de la adopción?, ¿cuál es la posibilidad que tenemos quienes trabajamos en esta área, de aportar con nuestro conocimiento, nuestra experiencia, nuestras vivencias para validar esta diferencia?. Tal vez el contexto actual, en el que se ha evidenciado una conformación familiar no tradicional pueda ayudarnos en tanto soporte, para avanzar en la aceptación de esta forma “diferente de construir familia y lazos de afectos profundos y amorosos”.