Líneas de Adopción desde la Filosofía
de la Diferencia
Es probable que la primera consideración a realizar cuando se
habla de adopción, sea una consideración de tipo dual, es decir, imágenes de la
familia biológica del niño y de la familia adoptiva. También podría decirse que
esa dualidad se extiende a un sentido temporal: familia biológica como pasado
del niño y familia adoptiva como su presente y, en cierto modo, su futuro.
Pareciera que los principales ejes serían estas dualidades,
las cuales podrían impugnarse o cuestionarse en términos positivos, vale decir,
ampliando esos ejes o líneas presentes en los procesos de adopción, para
incorporar por ejemplo, aquellas estaciones intermedias en las cuales habitó el
niño: la residencia u hogar de niños, como también, la familia de acogida, el
jardín o colegio de ese entorno, el paisaje geográfico que lo rodeaba…éstos
serían los primeros aportes que podrían mencionarse desde la perspectiva del
esquizoanálisis, de la filosofía de la diferencia, que propone, contiene o
soporta líneas simultáneas, no excluyentes, como consideración de la riqueza de
vivencias, planos, deseos que pueden confluir en una experiencia adoptiva.
En esa línea, la utilidad de la paradoja, tan ampliamente
desarrollada por Deleuze en “Lógica del Sentido” (Primera Serie del
Acontecimiento, en Medicina y Arte *1), remite a la figura de la inclusión, a
la” Y”, en lugar de “O”, por cuanto, se plantea que el pasado Y el futuro
coexisten, se dan de manera simultánea. Lo cual es visible en los procesos de
adopción y en lo que es experimentado como una vivencia por quienes fueron
adoptados. Como lo dijera Palacios (reunión con organismos acreditados para
desarrollar programas de adopción, Santiago, Chile, 2016)), la familia
biológica se encuentra de manera recurrente, a lo largo del tiempo, en los
hijos, la pregunta por la familia biológica es una constante. Ello no significa
que todos los hijos adoptados quieran conocerlos de manera presencial, sino que
forman parte de sus pensamientos, preguntas, sensaciones, emociones, en
distintos momentos a lo largo de su vida…aquí está el “Y”, pareciera que no es
cuestión de o la familia biológica o la familia adoptiva, sino la cuestión de
ambas, al mismo tiempo, en distintos tiempos o momentos o, al mismo tiempo y
momento...simultaneidad de líneas y planos.
Ahora, ¿cómo viven los padres adoptivos esta paradoja?, ¿cómo
ha mutado esta cuestión de la consideración de la familia biológica en la
propia construcción de su familia, a través de la adopción?. Bien, es sabido
que la mutación es un hecho, en la medida que el “secretismo de la adopción” ha
dejado de ocupar el espacio y la importancia que tenía hasta no hace tantos
años atrás. Hoy, probablemente, la diversidad de realidades familiares, ha
constituido un plano que permite visibilizar la adopción como una manera de
hacer familia. Ello puede haber significado una contribución a los padres
adoptivos, quienes han sido considerados “portadores de la historia del niño”
y, por ende, quienes han tenido entre sus desafíos, comunicar al hijo, los
antecedentes de su adopción.
En la práctica del trabajo con las familias adoptivas, es
posible distinguir cómo esta cuestión de la familia biológica puede variar
según los tiempos y vínculos al interior de la realidad construida como familia
a través de la adopción. En momentos previos a la llegada del hijo, podría
decirse que existe una alta tendencia a considerar que los padres de
nacimiento, así como otros familiares consanguíneos, forman parte de la vida
del niño y, por tanto, éste precisa conocer sus antecedentes en virtud de su
propio derecho. Es posible también observar en algunas familias, cómo la
llegada del hijo puede hacer que asome un deseo de realizar un corte con el
pasado del niño, pasado que soporta experiencias de dolor. Ello, en el deseo de
esos padres, de proporcionar una vida más gratificante, “una mejor vida” si se
quiere, que surge a partir del vínculo amoroso que van construyendo junto a su
hijo. Hasta que…aparecen las preguntas tanto en el niño, como en otros actores
involucrados, como el colegio o el jardín infantil, por ejemplo. En el caso de
los niños que han sido adoptados sobre los tres o cuatro años, esta realidad
puede ser más visible en virtud de los recuerdos, de la vivencia actual que los
lleva a tener un grado de conciencia respecto de su adopción.
Es comprensible que en los padres adoptivos exista una cierta
ambivalencia ante estas experiencias desafiantes, en tanto que conocen de la
importancia de la integración de las diversas vivencias de los niños, así como
de las perspectiva positiva y realista de dichas vivencias que es necesario
transmitirles. Sin embargo, pareciera que es asimismo inevitable, que todo ello
conlleve componentes de dolor que los hace tener que soportar no sólo las
fragilidades en sus hijos, sino también en ellos mismos.
¿Cómo podrían suavizarse estas afecciones que, aparentemente,
serán parte inevitable de construcción familiar actual?, ¿cómo podrían aportar
los elementos trabajados por Deleuze antes mencionados, qué consideraciones
despliegan sus reflexiones que podrían ser útiles en la línea de la suavidad?
De la lectura en Deleuze, acerca de la cuestión de las
paradojas que se señalara al principio, se desarrolla el concepto de “devenir”,
recogiendo un planteamiento que hiciera en su momento Platón, quien precisamente
apunta a la cuestión de las dualidades. Ahora, este devenir, citado como un
“devenir loco” tan claramente desarrollado por Lewis Carroll en Alicia en el
País de las Maravillas, engloba el pasado Y el futuro, envolviéndose
mutuamente, subviniendo uno sobre otro, una y otra vez; podría decirse que la
adopción contiene estos movimientos, el pasado y el futuro una y otra vez, la
familia de nacimiento, la institución en la que se estuvo, los amigos que se
dejaron, la familia adoptiva, los nuevos amigos en ella, los paisajes, las
calles, etc., una y otra vez.
Dicha continuidad en los movimientos, en ese constante
devenir, podrían incorporarse como un “acontecimiento infinito”, podría
plantearse que el devenir puede ser experimentado en cuanto acontecimiento
infinito. ¿Qué podría decir, susurrar esta frase?, ¿podría hacer emerger la
posibilidad de un constante movimiento que permitiera cambiar, por ejemplo, la
sensación de las experiencias pasadas, hacerlas vivibles desde otra
emocionalidad, como si se pintara un cuadro del pasado con nuevas formas,
colores, trazos, intensidades?, ¿de qué modo incidiría ello en la identidad del
hijo adoptado y de su familia adoptiva? (es necesario precisar que, la
delicadeza de las experiencias dolorosas en las familias biológicas hacen menos
posible conocer cómo ellas continúan viviendo la adopción una vez que el niño
ha partido de sus vidas, lo cual no lo hace menos importante, sino sólo se
encuentran menos visibles).
Esa posibilidad que otorga el movimiento del devenir, como
acontecimiento infinito, paradojal, hace que sea real pensar la construcción de
“identidades” y no sólo “una identidad fija, inmutable”, sino que la
posibilidad de experimentar identidades que sean necesarias, precisas,
oportunas, a lo largo de la vida de los actores del proceso de adopción.
¿Podría decirse que este acontecimiento de tipo paradojal le proporciona los
elementos de carácter infinito a la identidad?
*1 Centro
de Estudios e Investigación de Medicina y Arte (1989)
FORMACION, PRODUCCION Y PRACTICAS ESQUIZOANALITICAS
Sandra Torrico EyzaguirreFORMACION, PRODUCCION Y PRACTICAS ESQUIZOANALITICAS
Pasante e Investigadora Centro de Estudios en Investigación Medicina y Arte
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